viernes, 29 de junio de 2012

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Henry VIII by Camille Saint-Saens performed in French

Conductor José M. Collado - 2002(LI)

Orchestra - Gran Teatro del Liceo

Chorus - Gran Teatro del Liceo

Henry VIII - Simon Estes

Catherine d'Aragon - Montserrat Caballé

Anne Boleyn - Nomeda Kazlaus

Don Gomez de Feria - Charles Workman

Le Duc de Norfolk - Hans Voschezang

Le Compte de Surrey - Claude Pia

Le Cardinal Campeggio - Paolo Pecchioli

Cranmer - Celestino Varela

Lady Clarence - Begoña Alberdi

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Compact Disc; - Premiere Opera Ltd. CDNO 240-3 {3CDRS} (2002)ª





Nadie sabe lo que tiene ...

Hace unos dias  me lleve la desagradable sorpresa de que habían baneado   la cuenta de un amigo  blogero, una pena que se perdieran todos los enlaces y ahora que ya no esta recuerdo esas  piezas que siempre quise descargar y que ya no podre , (al menos no por el momento). Si nos hacemos a la idea de que nada es para siempre aprenderemos a disfrutar las cosas , llegar el día en que este y otros blog desaparezcan y no sean mas  que un recuerdo , este blog lo he dicho hasta el cansancio no es para  agrandar mi discoteca personal , ni para robarme enlaces de otros(aunque admito que lo he echo), el caso es que es nutra obligación   difundir esta musica de una u otra manera , cuando empece el blog  crei que mis  entradas solo llegarian a 15 y se acabarían pero gracias a mis amigos   que me mandan cosas y comentarios emos seguido creciendo, por favor si tu te cientes agradecido por algun disco no me agradezcas no es necesario, sin embargo estaria bueno que hicieras algún comentario en referencia  a lo que bajaste , por que te gusto o alguna otra cosa  que quieras decir.






atte  los hermanos lelos



p.d por cierto este blog ya no es solo mio ahora lo administramos los hermanos lelos

Tristan & Isolde Highlights


cd

Disco Retro : Placido Domingo: Vienna, City of My Dreams (Wien, du Stadt meiner Träume)

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tristan und isolde highlights

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Disco Retro Saint-Saëns - Samson et Dalila / Domingo · Obraztsova · Bruson · Lloyd · Orchestre de Paris · Barenboim



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 si lo tienes tu en mp3 y en tracks separados igual  se acepta he

Lear




cd




Lear es una ópera en dos partes con música de Aribert Reimann y libreto de Claus Henneberg, basado en el drama El rey Lear de William Shakespeare. Se estrenó en el Hof- und NationalTheater en Múnich el 9 de julio de 1978 con Dietrich Fischer-DieskauJulia VaradyHelga Dernesch, bajo la dirección de Gerd Albrecht.
Es una ópera muy rara vez representada; en las estadísticas de Operabase aparece con sólo 2 representaciones en el período 2005-2010.

  • Lear (barítono)
  • Rey de Francia (bajo barítono)
  • Duque de Albany (barítono)
  • Duque de Cornualles (tenor)
  • Duque de Gloucester (barítono bajo)
  • Conde de Kent (tenor)
  • Edgar (tenor)
  • Edmund (tenor)
  • Goneril hija de Lear (soprano dramática)
  • Regan hija de Lear (soprano)
  • Cordelia hija de Lear (soprano)
  • Un Loco (papel hablado)
  • Un servidor (papel hablado)
  • Coro


En Escocia en la Edad Media, El rey Lear abdica, parte su reino entre sus tres hijas, Goneril, Cordelia y Regan.

domingo, 24 de junio de 2012

Montserrat Caballé: «Por fortuna he cantado cuando no iban a la ópera a verte la figura»



Ayer,  acompañada por su hija Monserrat Martí, la gran Montserrat Caballé cantó para los madrileños. A sus 79 años y con la agenda repleta de contratos, la mejor soprano del mundo encandiló a quienes la esperaban desde hacía más de siete años.  «Si  ésta tiene que ser la última vez –dijo Caballé–, que lo sea, pero con gloria». Tal gloria, como siempre, no le faltó sobre el escenario, pero donde le sobra, fundamentalmente, es en su día a día, en su felicísima vida familiar.

-Ya pensábamos los madrileños que se había olvidado de nosotros y que sólo quería cantar en el Liceo…
-Montserrat Caballé: También vengo a Madrid. Cuando la ópera se hacía en el teatro de la Zarzuela, cada temporada iba allí. ¡Yo canté una cantidad de óperas tremenda! Y luego, también, la primera vez que se hizo ópera en el Real, fue conmigo y con la «Norma» en versión de concierto. Pero era la primera que se hizo después de muchos años de conciertos en el Real y fue muy importante para mí.

-En todo caso, se ha hecho esperar, pero ha cosechado un gran éxito. Enhorabuena por él y  también por el más duradero de su vida: su matrimonio. ¿Cuántos años lleva casada?
-M. C.: (Sonríe) Casi 48. Desde el año 64.

-¿Es cierto que su marido, Bernabé Martí, y usted se enamoraron perdidamente cuando compartían escenario en «Madame Butterfy»?
-M. C.: Sí, fue así.  Al final del primer acto, mi marido me besó de verdad y me dijo: «Tonta». Creo que fue el momento más feliz de mi vida. A partir de ahí, las cosas fueron deprisa. El 8 de diciembre de 1963 fue la función en Barcelona, el 28 de febrero nos prometimos y el 14 de agosto nos casamos.

-La verdad es que tiene una vida familiar envidiable, pero sus esfuerzos le habrá costado compaginar ser madre y cantante de ópera, ¿no?
-M. C.: Cuando iba a actuar a algún sitio, siempre me trataban tan bien y era todo tan bonito que yo estaba deseando terminar para llamar a mi familia y contarles todo…Pero más aún para saber todo de los niños: qué habían comido, cómo estaban, cómo les iba en la escuela... Y cuando mi marido y yo veíamos que había una actuación un viernes y la siguiente era un martes, nos volvíamos a casa, estuviéramos donde estuviéramos…

-Y los hijos, ¿cómo llevan que su madre sea una estrella y  pase tanto tiempo lejos?
-Montserrat Martí: Cuando vas creciendo se llega a comprender que tu madre se ha marchado para trabajar... Pero es verdad que recibíamos continuamente llamadas. Mi padre decía que Telefónica debía darnos acciones. Y eran tiempos en los que se pedía una conferencia y tardaban dos horas en conseguirla… Debía de ser duro para mi madre.

-¿Alguna vez le echó en cara a su madre que no estuviera a su lado?
-M. M.: No. Mi madre me dijo un día: «Si hubiese hecho menos y estado más...». Y yo le contesté: «No, mamá, porque tú te debes a la gente y hay mucha a la que has hecho muy feliz. No podría pretender que fueras sólo para mí o para mi hermano».

-Le noto los ojos húmedos, ¿se emociona Montserrat?
-M. C.: Me emociona cuando mi hija dice estas cosas, sí.

-No todas las divas consiguen esa felicidad familiar. María Callas no tuvo esa suerte y eso que tenían en común la misma «calidad» de dientes, ¿no?
-M. C.: Es cierto. Las dos los teníamos con falta de calcio y se nos rompían. Por eso la conocí. Llamé a su agente para preguntarle por su dentista, porque Luciano Pavarotti me dijo que él también había tenido un problema con los dientes, como yo, y que, aunque fue a un dentista muy afamado de Nueva York, no consiguió resolverlo hasta que no llamó al que le recomendó María Callas, en Londres. Así que yo llamé a «la María» a través de mi agente y ella quiso hablar conmigo y me dijo: «No hay cosa peor para cantar que los dientes». Y, siguiendo su consejo, me fui al que ella iba a Londres.

-Y se hicieron amigas. De hecho, creo que ella fue quien le dijo que su voz era el Bel Canto ¿no?
-M. C.: Digamos que yo a ella le dije que no me atrevía y ella me dijo que mi voz era muy ideal para cantar, pues eso, bel canto. Recuerdo que algún tiempo después, en París,  le dijo a Bernabé: «Cuida a tu mujer y que cante “Norma”, porque, después de mí, ella será Norma».

-Además de los dientes y de Norma, ambas tenían en común que fueron niñas pobres.  ¿Recuerda usted los duros tiempos de la guerra civil española?
-M. C.:  Yo era muy pequeña cuando comenzó. Tenía tres años, y seis cuando terminó. Por lo tanto es un vago recuerdo. Tengo más presente que, cuando ya tenía 9 o 10 años, había mucha hambre y vivíamos del racionamiento que daban a la gente que no tenía posibilidades. Lo recuerdo como una época de gran penuria.

-¿Y relaciona aquellos tiempos con estos de enorme crisis?
-M. C.: Bueno, una cosa es una crisis y otra la miseria de una posguerra. Son muy distintas. Entonces el país estaba en la hambruna y ahora, por mucha crisis que haya, e incluso aunque haya gente que pueda pasar hambre, tenemos grandes organizaciones que ayudan, como Cáritas, los comedores oficiales, parte de la Hermandad de Jesús o las Hermanas de la Caridad. Entonces todo eso no existía: los mataban porque estorbaban... Y, claro, la diferencia es inmensa.

-Ahora que ha estado cantando en Madrid, ¿ha tenido la oportunidad de revisar un poco el programa de ópera que tenemos aquí? Lo digo porque a Mortier, el director artístico del Teatro Real, le ponen verde...
-M. C.: No sigo la línea de la ópera en Madrid como antes, porque casi nunca estoy en España, pero cuando estoy sí me entero de algunas cosas. Yo considero que cada teatro tiene su propia iniciativa y su propia forma de afrontar las temporadas; entonces supongo que, en un tiempo de crisis, también debe de ser muy difícil para un director de un teatro el poder hacerlo. Por otro lado, este señor que dices es muy valiente, porque hace cosas en su temporada que otros no se atreverían a hacer.  Y dar una idea del posible, digamos, caminar de este siglo y del próximo, depende seguramente también de algún cantante, pero más que nada del director que tiene la iniciativa para hacer una temporada que va hacia una música  o una escenificación, tal vez, menos metódica, que la de hace cien años. Y eso requiere un gran valor.

-Para valor, el de las primeras figuras y los figurantes, que a veces aparecen sin ropa y en actitudes casi pornográficas.
-M. C.: Eso ya depende del director de escena que se contrata, porque el que hace estas cosas es el director de escena, no el director del teatro.

-¿Y a usted le gustan esos montajes?
-M. C.: Creo que siempre ha habido ópera de vanguardia; lo que pasa que en lugar de en un teatro de ópera se ha hecho en otros lugares y eso me parece un poco atrevido; pero repito, como ésta es una forma de vida actual en muchos campos, también llega al teatro de la ópera... Es el público quien tiene que decidir.

-Desde luego, parece que en ese tipo de montajes hay un enorme culto al cuerpo. ¿Existe en la ópera tanto como para que alguna vez la hayan vetado en algún papel por exceso de peso?
-M. C.:  Afortunadamente, he cantado en la época en la que se iba a la ópera para escuchar la composición y la interpretación, no para ver la figura del cantante. Después, con los años, adelgacé, pero nunca fue un impedimento en ningún tema, porque, verdaderamente, cuando alguien va a ver «Tristán e Isolda», «Tosca», «La Bohème», o «El caballero de la rosa», va a contemplar la obra del autor y a los que sirven a ese autor lo mejor que pueden para transmitir su mensaje, su creatividad… No para ver la figura. Era una época en la que se iba a la ópera a ver la obra de Shakespeare con música de Verdi. Son cosas distintas de a lo que se va ahora.

Personal e intransferible
Montserrat Caballé tiene unos cuantos años, sí. Y le duelen los huesos, que siempre tuvo frágiles; pero conserva intacta la frescura de su voz, la sensibilidad de su corazón y el sentido del humor.  Es una mujer simpática y rotunda, que impacta cuando hace fluir de su garganta  ese sonido casi mitólogico, de sirena hechicera, que los críticos neoyorquinos resumieron en 1965, tras cantar «Lucrecia Borgia», diciendo: «Callas+Tebaldi = Caballé».  Pero también impresiona cuando habla de sus dos hijos, o de cómo su madre la hizo entrar en el Conservatorio de Barcelona con 12 años y cómo a los 15 soñaba con cantar «y ayudar a mi familia. Éramos muy pobres».
De cerca
Montserrat disfruta dando clases. Y sus explicaciones son tan contundentes, como claras: «Cuando se canta, la respiración sale del mismo sitio que se mueve cuando uno va al baño o se va a la cama con alguien». ¡Como para no entenderla!

Montserrat Caballé: «No soy un mito, solo un ser humano que trabaja»




Ni mito ni estrella ni diva. Cuando se quita el maquillaje, la peluca y el traje... «ya no eres la Caballé, solo Montserrat». Está última es la que responde al teléfono, una mujer que podría presumir de lo que quisiera y que sin embargo habla con una humildad que asombra. Es lo que tienen las grandes. A estas alturas lo más importante para Montserrat Caballé no es cantar en los primeros escenarios del mundo, ya lo ha hecho, sino ayudar a quien lo necesita. Lo volverá a hacer el 23 de junio, junto a su hija Montserrat Martí y Nikolay Baskov, en el concierto que dará en el Hotel Puente Romano de Marbella a beneficio de The Children For Peace, una ONG que lucha por los derechos de los niños en lugares como Etiopía y Palestina.
–Lleva toda la vida en la lírica, ¿mira atrás con nostalgia?
–Nunca miro atrás, siempre al hoy y al futuro. No tengo tiempo para mirar atrás, tengo mucho trabajo.
–Tiene compromisos hasta 2016...
–De momento, sí. Pero eso no quiere decir que no continúe (risas).
–¿No le agobia tanta planificación?
–No sabría vivir sin la planificación de en mayo me toca esto, en marzo lo otro... No podría. Tengo el calendario hecho desde hace tantos años que sería muy difícil mirarlo y no saber dónde estoy.
–Imagino que ahora será muy selecta con lo que hace.
–Tengo muchos contratos, tanto en óperas como en conciertos. Pero también tengo muchos en organizaciones a las que pertenezco y que, lógicamente, son prioritarias para mí. Después de tantos años de caminar por el mundo, ves cosas que darías lo que fuera para no verlas. Cuando hay alguna organización no gubernamental que verdaderamente ofrece garantías de ayudas, esto es algo que mueve mucho y, además, enriquece. Ves que eres útil para algo y no solo para entretener a la gente. Y con The Children For Peace sabes que todo llega a donde tiene que llegar.
–¿Confía en que un mundo mejor es posible?
–Sí, sin duda, porque hay tanta gente que lo quiere...
–¿Echa en falta una mayor implicación de los rostros populares?
–Hay muchos que lo hacen actualmente. Es como si se hubiera puesto de moda. Se empezó hace muchos años con pocos y fue creciendo. Ahora la necesidad es tan grande, los viajes a todos estos lugares son tan intensos... que verdaderamente te involucras aunque no puedas.
–Cuando se ha llegado a lo más alto de una carrera, ¿cuál es la motivación para subirse al escenario?
–El amor que tienes a tu profesión, el respeto que tienes a la música, el deseo que tienes de reivindicar músicas que se olvidan. Es importante que las obras que duermen en el olvido resuciten y se hagan. Yo tengo esa obsesión de toda la vida y me llena de alegría ver que obras que yo traje al escenario después de 100 o 200 años hoy día se hacen.
Da la impresión de que es incapaz de quedarse en casa tranquila.
–No, no... eso no funciona conmigo (risas). Es verdad, me parece que pierdo el tiempo, fíjese qué cosas.
–Hace poco tuvo que dejar claro que el año que viene, a los 80, no se retira. Y no es la primera vez que tiene que desmentirlo...
–Debe ser que no les gusto (risas).
–No hay fecha.
–No.
–Pasó de ser una niña humilde a cantar en el Metropolitan de Nueva York. ¿Cómo lo hizo para no dejarse deslumbrar?
–Tuve la suerte de tener unos padres maravillosos que lo que más deseaban era que sus hijos no fueran nunca lumbreras luminosas, que si se encendía la luz fuera por el esfuerzo y la devoción al trabajo, pero por nada más. El hecho de tener una buena carrera y hacerlo bien es porque transmites bien el mensaje de un compositor, pero nunca porque haces exhibición personal. Eso fue algo que nos inculcaron a mi hermano y a mí. Por la vida hay que caminar derecho y, sobre todo, con el corazón abierto a quien necesita un corazón. Cuando has estado en lugares donde hacen falta tantos corazones, es muy fácil ofrecerte para ayudar.
–Ahora tiene a la familia muy cerca. Cantar con su hija le provocará una emoción especial...
–Es una emoción especial. Sobre todo el hecho de participar las dos no solo en un concierto público, sino en conciertos benéficos.
–Y a favor de los niños, el futuro.
–Son el futuro. Tanto en enfermedad, como en escolarización, como en alimentación. Porque tienen que nacer y crecer sanos, con la garantía de que serán jóvenes fuertes de físico y espíritu para crear una humanidad mejor, que puedan hablar, que haya un diálogo, no solo un monólogo, que se respeten cada uno con sus ideologías, sus formas de pensar y sus propias tradiciones.
–¿Su trabajo le ha obligado a renunciar a mucho?
–Me ha obligado a renunciar a estar más tiempo con mis padres antes de que se fueran al viaje eterno; y a estar menos con nuestros hijos, aunque veníamos siempre que podíamos.
–¿Ser trotamundos es lo que peor ha llevado de su profesión?
–Es difícil y duele. Eso sí que lo añoras cuando estás por esos sitios lejos de tus hijos y tu familia. La soledad tiene que ser sostenible y eso lo hemos procurado hacer tanto mi esposo como yo. La ilusión en esos momentos era un pasaje en el próximo avión que te llevara a casa.
–El éxito se acompaña de soledad.
–Sí, porque las amistades son muy buenas y los colegas también, pero cuando cae el telón y vas al hotel la soledad es grande. La sientes más que en otros lugares, estás muy sola.
–¿Cómo se consigue que el mito no anule a la persona?
–La gente cree estas cosas, se agradecen, porque te quieren, pero tú no te sientes eso. Solo eres una persona que has nacido con una voz, que has estudiado para esto, que se maquilla, se peina y se viste lo mejor posible para salir al escenario. Pero cuando te quitas el maquillaje, la peluca y el traje no eres la Caballé, eres Montserrat nada más. Vas al hotel, cenas con algunos amigos... y eso no es ser un mito, es ser un ser humano que trabaja y le gusta lo que hace.
–¿Son malos tiempos para la lírica?
–Sinceramente no, corren buenos tiempos. Hay mucha afición, mucha más sensibilización de la gente. Incluso hay más jóvenes, sobre todo ahora que se ha unido la lírica con lo moderno, con el pop, con el rock... Ha sido un gran paso para que a la juventud le guste la ópera. Recuerdo que en la Ópera de Viena, con el maestro Claudio Abbado, hicimos la obra de Rossini ‘Il viaggio a Reims’ y vino un grupo de jóvenes muy roqueros. Traían discos de ‘La Bohème’, ‘La Traviata’ y también el LPde Freddie Mercury ‘Barcelona’. Los chicos me decían: «Queríamos saber quién era la persona que gritaba de esa manera con Freddie» (risas).
–Es muy creyente. ¿Reza antes de salir al escenario?
–Siempre rezo a Dios. Y leo mucho el ‘Génesis’.
–Comentaba en una ocasión que parecía que ahora estaba mal visto decir que se es religioso...
–Algunas veces sí, da como miedo a mucha gente. ¿Qué raro verdad? Dios nunca hace nada, son los hombres quienes los tergiversan todo.
–¿En casa se escucha algo que no sea lírica o clásica?
–Hace tiempo que no escuchamos nada porque el trabajo es tan grande... Entre hacer maletas, el viaje, el estudio... no puedes. Es un no parar, pero mientras el cuerpo y la mente aguanten, seguiremos.

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